domingo, 19 de abril de 2015

Horizontes, cohetes y besos soñados


Horizontes, cohetes y besos soñados

En un jardín verde. Redundancia. Tú y yo. Observamos como el horizonte herbáceo continua hasta un lugar jamás imaginado. En silencio, pero con palabras y nuestras bocas calladas. Oxímoron. 
Tú y yo. De nuevo, te vuelvo a mirar. Veo tu nariz siendo superior al resto de tu cara. Tú me miras. Ves mis ojos clavados a los tuyos, buscando un horizonte en lo profundo de tu iris. En tus ojos se contempla el horizonte de cara que continúa hasta un lugar jamás imaginado. Haces que tus labios se curven y que tu piel se arrugue, a la par que tus mejillas intentan llamar mi atención. Pero tus labios son objeto de vista para mis ojos y tus ojos se quedan impresionados por la forma en que te miro. Diez centímetros nos separan para llegar a nuestros destinos. Como un cohete que se dirige a la Luna, se acercan mis labios. Ha comenzado la cuenta atrás. El cohete va a despegar como mi corazón del lugar que ocupa en mi pecho. Diez, nueve, ocho...
Tu alma sensible dirige una revuelta y destrona a la parte racional. La irascible no puede detenerla. Seis, cinco, cuatro... La sensible pasa de ser dominada a ser dominante. Manda al garete a Platón. No hay tiempo para pensar ni para filosofías. Cada vez queda menos para que se haga la chispa. Falta poco. Tres, dos...  Cierras los ojos. Cierras tu boca. Cierro mis ojos, cierro mi boca. Anáforas. Como perder la virginidad, pero de forma distina, estoy a punto de dar mi primer beso. Uno y... Lo inimaginable se convierte en imaginable. Mejor dicho, real. Más de diez segundos son los que nuestros labios rosados tardan en despegarse. Se adhieren y el beso ya está hecho. Te miro. Me miras. Eres adicción. Me has hecho vivir el primer momento romántico. Siento mariposas volar por mi estómago. Te amo. Me amas. Nos amamos. Como el agua al beberla y como quién tiene más sed, ni a ti ni a mí nos basta con eso. Me besas tú. Te rodeo con mis brazos y mi cabeza está junto a tu frente. Esos deseos que Platón los interpretaba como malos, no lo son. Eran deseos que teníamos que cumplir.

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Pienso, luego existo. Por ahora. Aún no es real y si lo es, quiero que sea cuanto antes con quién más deseo. Entonces, existiré y más que pensar, recordaré y viviré aquel hecho tan ansiado de adolescente.

Íñigo Ovejero "El Vate" 19-4-15 A la 1:03 h.

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